El fin de semana pasado estuvimos en Núremberg. Una maravilla de ciudad.
Entre otras cosas, estuvimos paseando por las murallas de la ciudad, pasando por, al lado, sobre y bajo multitud de puentes que cruzan el río Pegritz.
Las fotos que os dejo aquí no le hacen justicia a lo que había debajo de uno de los puentes. Protegido de las miradas curiosas por una pequeña fortaleza de plantas y flores, en el espacio debajo del puente, tan limpio que se podría comer en el suelo, hay una especie de cobertizo.
Perfectamente organizado, de a lo mejor 2×2 m2, el interior impoluto, con dos camas en litera hechas y perfectas.
Un par de hornillos, algunos platos y tazas.
Un par de zapatillas de deporte pulcramente dejadas al lado de la puerta de entrada, por fuera.
Y las subsiguientes preguntas: ¿qué es esto? ¿Quién vive aquí? ¿Es algo del ayuntamiento, para ayudar a gente sin techo, o …?
Inevitablemente, me ha venido a la cabeza Atax, la trollenka de una de mis últimas historias cortas, La búsqueda de Atax, ya que algunas especies de trolls viven tradicionalmente bajo puentes. Y cuando he visto este espacio tan limpio, tan cuidado, en el que se notaba el cariño que alguien ponía en mimar lo que es su hogar, he pensado que justamente así sería la casa de Atax, si no tuviera que esconderse de los Ordinarios, de los seres humanos.

Imagen de Angela Cuevas Alcañiz
Angela Cuevas Alcañiz

Las historias están por todas partes, nos rodean. Al final, todos nos convertimos en historias.

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