Para la segunda semana de agosto, os propongo perderos en el fresco de una arboleda, contemplando el Komorebi, quizás con el Mo Chuisle Mo Chroí de alguien que amáis de ruido de fondo.
Es una forma como cualquier otra de sumergirse en la naturaleza y experimentar la Waldeinsamkeit… Y si se hace hambre, pues un poco de pan y Palegg, ¡pero Lagom, eh?
PS. Y cuidaos de l’appel du vide si vais por la montaña… Al abismo le gusta mirarte a los ojos y tironearte un poco de vez en cuando.